Les comparto la nota publicada en el portal argentino Infonews. La nota puede verse también en este link
Más allá de los parques de Disney, Orlando esconde algunos rincones que permiten explorar la ciudad como un local. Desde un museo que alberga la mayor colección del mundo de la obra del heredero de la famosa joyería Tiffany hasta un pub considerado el tercer mejor bar del mundo para tomar cerveza, en esta nota te proponemos un recorrido por el Orlando real.
Por Inés Guzmán
Una mujer en sus 40 años pasea a su cachorro poodle mientras al lado una pareja tomada de la mano mira con interés un cuadro abstracto en una galería de arte, todo rodeado por casas pintadas en colores pastel, muchas de ellas con vistas a un coqueto campo de golf. A unos pocos metros, dos familias tipo -papá, mamá, niño y niña- se sientan en uno de los muchos restaurantes con mesas en la vereda que se suceden en la calle principal del barrio, acompañados a lo lejos por otras tantas personas que han elegido pasar este sábado al mediodía en Winter Park, la cara más chic de Orlando y una parada obligada si se quiere conocer la ciudad real, esa que se esconde detrás de su conocida imagen de capital mundial de los parques de diversiones.
Ubicado en el centro de la Florida, a cuatro horas en auto desde Miami, Orlando se presenta a primera vista como una típica ciudad estadounidense, atravesada por autopistas rodeadas de prolijas urbanizaciones y centros comerciales a cielo abierto. Las cifras oficiales indican que tiene unos 255.000 habitantes, circundados por un gran cordón urbano donde se amontonan unas dos millones de personas que conforman la sexta mayor área metropolitana del sur de Estados Unidos.
Walt Disney puso a la ciudad para siempre en el mapa turístico cuando a mediados de la década de 1960 advirtió que pocos estadounidenses al este del Río Mississippi visitaban su parque Disneyland de California y quiso expandir entonces su imperio de princesas, hadas y castillos a la otra parte del país. Orlando resultó el elegido y se impuso a otras opciones como Miami y Tampa, gracias a que su condición de ciudad sin acceso al mar la protegía de los huracanes que cada temporada azotan a Florida.
Sin embargo, Walt Disney de eso no llegaría a ver nada. Murió en California en 1966, cinco años antes de que el 1 de octubre de 1971 abriera oficialmente sus puertas Magic Kingdom, el más famoso de todos los parques de Disney World.
Desde entonces, el turismo desplazó a la industria de cítricos por la que era conocida Orlando y se convirtió en el principal motor de la economía de la ciudad, un rasgo que aún hoy divide a los locales, entre quienes consideran una bendición y una maldición vivir en un destino turístico y vacacional.
En el segundo grupo se encuentra Greg. Alto, 34 años y look hipster, dice que no recuerda cuándo fue la última vez que visitó alguno de los cuatro parques que Walt Disney World posee en el suroeste de la ciudad. Greg forma parte además de una especie de casta a la que le gusta jactarse de “ser nacido y criado en Orlando“. “A los parques fui con el colegio y creo que después no volví a ir más. Prefiero hacer programas con amigos, ir al cine o a algún bar“, afirma.
El factor Disney divide aguas incluso en algunos matrimonios. “Si fuera por mí, iría todos los días, pero mi marido odia Disney, especialmente por toda la gente que se junta y por lo caro que es todo adentro“, cuenta Molly Young, una estadounidense de 29 años y residente en Orlando con su marido y sus dos hijas pequeñas. “En general tratamos de evitar las zonas turísticas, sobre todo en verano (del hemisferio norte) y en la época de Navidad, y hacer otros planes“.
Porque aunque Orlando debe su fama al ratón Mickey, ofrece también una nutrida agenda de actividades, barrios y museos que permiten al visitante recorrer la ciudad como un local, escapando tal vez de las filas interminables de los parques de Disney, donde se concentran la mayoría de los cerca de 57 millones de turistas que visitan Orlando cada año.
ENTRE LA SOFISTICACION DE WINTER PARK Y EL RUIDO DEL CENTRO
El recorrido por el “otro Orlando“ bien puede comenzar en Winter Park, situado en el noreste de la ciudad, a una media hora de los parques de Disney. Fundado a fines del siglo XIX por dos magnates de Chicago y Nueva Inglaterra como un centro de vacaciones para gente rica, este barrio ofrece una gran variedad de cafés y restaurantes a lo largo de su calle principal, la coqueta Park Avenue, donde también se suceden tiendas de antigüedades, galerías de arte, boutiques y hay una tienda de la famosa casa de decoración Pottery Barn que conserva su fachada art decó, como las de los cines de antes.
Es ideal para dejar el auto y caminar sin las aglomeraciones de Disney, mientras se disfruta de un buen café o de un almuerzo en uno de los tantos restaurantes del barrio, que permiten tomarse un respiro del menú fast food que por lo general ofrecen los parques de Disney World.
Uno de sus restaurantes más consolidados es el italiano Prato, que en el sitio especializado Zagat encabeza el ranking como el mejor decorado de Orlando. Con grandes ventanales a la calle y paredes revestidas en madera que le dan un estilo moderno, este sábado al mediodía sólo queda lugar en una mesa de la vereda, donde el sol hace olvidar que en esta parte del mundo todavía es invierno. Su chef ejecutivo Brandon McGlamery, vestido con un ambo blanco y delantal negro, se presenta como un “apasionado de la cocina“ y cuenta con orgullo que todos los platos son hechos con alimentos frescos recién traídos del mercado y muchos de ellos preparados en un horno de roble italiano.
Tras recargar pilas con un buen almuerzo, el paseo puede seguir en alguno de los museos que completan la oferta de Winter Park. Entre ellos destacan el Museo Cornell de Bellas Artes, donde se concentra una ecléctica colección que incluye más de 500 cuadros que van desde el siglo 14 hasta el siglo 20, y el Charles Hosmer Morse Museum of American Art, que alberga la mayor colección del mundo de la obra del joyero Louis Comfort Tiffany, heredero de la famosa joyería.
Entrar a este último museo es sumergirse en un mundo de glamour, dominado por las joyas de autor, coloridos vitrales, muebles de época y artículos en vidrio diseñados por el propio Tiffany. Pero sin dudas el plato fuerte del museo es el interior de una capilla que Tiffany diseñó para el pabellón que Tiffany & Co. presentó en la Exposición Mundial de Chicago en 1893. De estilo bizantino, la capilla refleja una combinación de mosaicos de vidrio y su altar está presidido por un enorme candelabro en forma de cruz, todo rodeado por ventanales por los cuales se filtra la luz de la tarde.
Hogar de una colección que también incluye arte decorativo estadounidense de mediados del siglo 19 e inicios del 20, el museo viene posicionándose con fuerza entre los turistas que visitan Orlando. “Sabemos que el 75 por ciento de nuestros visitantes viven fuera de Orlando y que el 50 por ciento vive fuera del estado de Florida, y de ese porcentaje muchos son turistas que vienen fuera de Estados Unidos“, afirma la directora de Asuntos Públicos del Morse Museum, Catherine Hinman. “Los turistas internacionales aman los museos y las experiencias artísticas en general y cada vez más gente está buscando historias interesantes más allá de los parques de diversión“, agrega.
A la hora del té, se puede hacer una parada en Sassafras, una tienda de golosinas vintage que propone un viaje al pasado con sus chupetines tipo paletas y todo tipo de dulces con un toque retro.
A unos 10 minutos en auto de Winter Park, se erige el centro o el downtown de la ciudad. Aquí se concentran los rascacielos y la actividad financiera. Los días de semana es tierra de oficinistas y de los empleados de los organismos públicos de Orlando, mientras que los fines de semana el paisaje cambia y sus calles las ganan skaters y grupos de jóvenes ávidos de tomarse una buena cerveza en alguno de los muchos bares irlandeses desparramados a lo largo de los siete sectores en que se divide el centro.
Una de las zonas más recomendables del centro es Church Street. En el corazón del downtown, en Church Street hay toda clase de restaurantes, discotecas y teatros. Para los interesados en los deportes, es aquí donde está el Amway Center, el estadio de los Orlando Magic.
A pocas cuadras de allí, se encuentra el Parque Eola, por el cual vale la pena una caminata alrededor del lago del mismo nombre, coronado por una gran fuente que por la noche se ilumina de distintos colores. A la espera de que la fuente comience con su juego de luces, esta noche hay varias parejas, como la que componen Leonel y Marcela. Ambos de República Dominicana, están haciendo su primer viaje a Orlando y a Estados Unidos. “Era un sueño pendiente venir a Disney, pero también queríamos conocer un poco del centro de Orlando y de la ciudad, no quedarnos sólo en los parques“, cuenta Leonel, por lejos el más conversador de la pareja.
Luego, planean terminar su noche en alguno de los bares y discotecas que reúne el centro, concentrados principalmente a lo largo de la Avenida Orange. Entre la numerosa oferta destaca Wall Street Plaza, un complejo de bares y restaurantes donde los fines de semana puede escucharse música en vivo y se celebran fiestas al aire libre en la plaza que preside el lugar.
Tal como para Leonel y Marcela, para los argentinos y los latinoamericanos en general el viaje a Disney World sigue siendo un sueño por cumplir y para los latinos que viven en Orlando significa también recibir muchas visitas de familiares y amigos. “Al principio recibíamos muchas visitas y los acompañábamos a los parques. El primer año incluso sacamos un pase anual e íbamos casi todos los fines de semana. Ya en los dos últimos años casi no vamos y dejamos que las visitas vayan por su cuenta“, relata Adriana Mata, una venezolana que hace cuatro años se instaló en Orlando siguiendo una oferta de trabajo de su marido colombiano.
MAS ALLA DE DISNEY
Atentos al creciente interés de los turistas por saborear también el Orlando real, una cantidad cada vez mayor de empresas está ofreciendo paquetes alternativos y tours por el centro de la ciudad. Gray Line es una de ellas, con un recorrido que comienza en el Lago Eola y atraviesa el corazón del centro para luego pasar por Winter Park, entre varios otros tours que la empresa afirma van ganando popularidad.
“Gray Line Orlando ha notado que en los últimos 12 meses hubo un gran incremento en la cantidad de pasajeros de Sudamérica y Centroamérica. Pienso que los turistas que históricamente venían a Orlando a visitar los parques temáticos ahora están haciendo su segunda o tercera visita y están buscando otras opciones“, explica Tori Sullivan, director de Productos y Ventas en Gray Line Orlando.
El recorrido por el “otro Orlando“ debe incluir también una visita a Audubon Park, uno de los barrios de moda de la ciudad y sede del East End Market, un centro culinario que reúne restaurantes independientes que proponen una vuelta a la comida sana y natural y que fue calificado por el New York Times como el acontecimiento más sorprendente en materia culinaria.
Otra de las atracciones del barrio es el Redlight Beer Parlour, considerado el tercer mejor bar para tomar cerveza del mundo por RateBeer.com y donde se pueden probar unas 200 variedades de cervezas artesanales. El detalle: no sirven comida pero se puede pedir delivery a algunos restaurantes que se encuentran a una distancia caminable. Esta noche de sábado, el lugar bulle de parejas y de grupos de amigos. En medio del ruido y de la música, el barman asegura que una de las cervezas más pedidas de la noche es una belga stout sour fermentada con cerezas frescas y chocolate y luego añejada. Servida en una pinta y de color negro oscuro, deja en el paladar un sabor difícil de descifrar.
Más allá de la diversión, el recorrido puede completarse con un vistazo a la oferta cultural que propone Orlando. En este sentido, el barrio a visitar es Ivanhoe Village, sede de teatros como el Orlando Repertory y el Orlando Shakespeare, así como de uno de los parques más populares de la ciudad, el Gaston Edwards Park. Para los amantes de la música y de los vinilos es un must la disquería Rock & Roll Heaven, donde hay que ir con ganas de buscar entre los cientos de discos de música indie, rock, pop, soul y jazz. Revolviendo entre las cajas con vinilos está un cincuentón de pelo cano y aire despreocupado. Cuando se le pregunta qué disco recomienda, responde en un inglés cerrado, difícil de entender. Sólo llega a decir que su mujer es la responsable de llevar a Disney World a sus hijos, adolescentes ya.
Y después pagará y se perderá por el Orlando real.